Orlando el príncipe del Bleo.
Entregar toda una vida a una obra de la cual se es fruto y de la que se está agradecido hace latir alegre los corazones, además de estimular y comprometer y ese es el caso de Orlando el príncipe, hombre sencillo de pueblo que vino al mundo un 26 de febrero del año 1936 y que sus padres tuvieron a bien nombrarlo Orlando. ¿Pero quién es este hombre que a sus cerca de 84 años de edad dice sentirse satisfecho por lo hecho, ser uno de los tantos agradecidos, ser un comunista convencido y un seguidor incondicional de Fidel y la Revolución?
Orlando el príncipe. Orlando en sí.
Su infancia transcurrió allá en su Bleo querido acompañado de sus 6 hermanos, frutos también del matrimonio formado por Lorenzo y Rita, personas muy serias, afables, solidarias y de mucho prestigio. Orlando no supo de juguetes, a los 8 años de edad ya ocupaba su puesto detrás del arado tirados por Canario y Palomo, la yunta de bueyes que prácticamente también formaba parte de la familia.
Orlando vivió, conoció y sufrió los desmanes de injusticias del capitalismo por eso se vinculó de una u otra forma a las luchas revolucionarias, colaboró con el movimiento 26 de julio y se incorporó a las tareas de la Revolución después de 1 de enero de 1959.
Orlando el príncipe. El otro.
El día grande para todos los pobres sorprendió a Orlando en su Bleo querido y sin pensarlo 2 veces se sumó a esa gran obra liberadora, llena de justicia e igualdad. En este hombre se resume el ser fundador de las Milicias Nacionales Revolucionarias, los Comités de Defensas de la Revolución, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y desde el año 1972 milita en el Partido Comunista de Cuba. Fue además delegado del Poder Popular del primer mandato en 1976 y desde esa fecha a la actualidad ha estado vinculado a todos los procesos electorales ya sea en los colegios o mesas, ejemplo seguido por sus hijas Raiza y Ana María.
Hoy cuando las más de 8 décadas de vida, los achaques propios de la edad le imposibilitan seguir en la tarea, el viejo Orlando siente nostalgia y también una onda satisfacción porque martiano al fin, es de los que no llama al mundo para que lo vea a uno pasar, las cosas se han de hacer bien porque sí, y eso provoca una onda satisfacción y vale más que ser príncipe.